Bienestar

Beneficios de tomar yerba mate, la bebida infaltable de los uruguayos

19/01/2021

Esta planta ha sido consumida por las naciones indígenas de Sudamérica desde tiempos ancestrales y su uso se mantiene hasta nuestros días

La yerba mate es una planta originaria del Sudamérica. Su consumo inició dentro de las culturas guaraní, quechua y tupí, las cuales abarcaban lo que hoy es Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. También se extendió su consumo a algunas regiones de Chile y Bolivia

1. Te da energíaAsí como el café nos ayuda a despertar por las mañanas, también lo hará el mate, dándonos la energía necesaria para comenzar con nuestras actividades del día. Su contenido en cafeína te ayudará a mantenerte alerta y concentrarte más en ciertas tareas.

2. Es rica en antioxidantesDe acuerdo al sitio Healthline, la yerba mate es rica en antioxidantes, incluso, más que el té verde. Además contiene 9 aminoácidos esenciales y es rica en vitaminas y minerales.

3. Te mantiene sanoLa yerba mate es rica en vitaminas C y E, así como minerales como zinc, los cuales ayudan a fortalecer el sistema inmunológico. De igual manera, contiene algunas propiedades antiinflamatorias y antibacterianas.

4. Para perder pesoAunque no está científicamente comprobado, tomar mate podría ayudarte a saciar el hambre y nivelar los niveles de colesterol y azúcar en sangre. También ayuda a reducir la grasa abdominal.


EL UNIVERSAL / GDA Viernes, 15 Enero 2021 20:00 / El País

Un hábito, un negocio

El mate no es uruguayo, ni argentino, ni paraguayo, ni brasilero. Antes de que llegaran los colonizadores y de que surgieran los Estados independientes, los guaraníes, que habitaban esta región del continente, consumían esa sustancia a la que llamaban caá, después conocida como yerba mate o Ilex paraguariensis. El escritor sanducero Javier Ricca, que ha publicado un par de libros sobre el mate, recuerda que el consumo provocaba una gran "afición", y se lo hacía con fines "rituales, estimulantes, purgantes, alucinógenos, abortivos o vomitivos".

Los guaraníes "fueron los grandes responsables" de la difusión de la yerba mate en Sudamérica. A comienzos de la colonización los jesuitas creyeron que "el demonio" se trasmitía mediante esa infusión e intentaron prohibirla, pero poco tiempo después vieron en ella un "negocio lucrativo" para la colonia y organizaron la "explotación sistemática de los yerbales, con las primeras plantaciones artificiales", que posteriormente eran procesadas en las reducciones. De ese modo, los religiosos católicos evitaban que los guaraníes se internasen en territorios alejados de su control para obtener las ambiciadas hojas. Así, los jesuitas se convirtieron en los principales responsables de la diseminación de la yerba mate "desde el Ecuador hasta Tierra del Fuego".

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Los procesos

La producción industrial de yerba mate contiene varios pasos. Todo comienza en la germinación, donde se desarrollan plantines que son conservados hasta que alcanzan siete centímetros de altura, que posteriormente son cuidados en viveros durante nueve y doce meses. Los plantines son llevados al campo, y a los cuatro años alcanzan el desarrollo para ser cosechados o podados.Las hojas cortadas son sometidas al sapecado y secado: se le aplica fuego directo para reducir la humedad al porcentaje mínimo. A eso le sigue el canchado y estacionado, que implica una molienda gruesa de la hoja seca. Esa primera molienda se acondiciona en bolsas que son guardadas en depósitos especialmente ambientados. Finalmente, el proceso termina en el tipo de molienda elegida por cada marca comercial y en su posterior envasado y etiquetado.

Raúl Nin es partidario del "sistema guaraní". Las plantas se cortan entre mayo y agosto. "Después se hace el sapecado, que son 40 segundos en llama directa, y después se acondicionan 30 centímetros de hojas para torrar a 80 grados, a un metro y medio del suelo, para que la yerba no pierda la mateína. Este método es ancestral, tenía un sentido religioso para los guaraníes". En Rocha, Nin encontró restos de "los famosos calabozos -que significa 'pieza'-, donde se guardaba la yerba durante dos años en estacionamiento para que afirmara las propiedades".


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El sueño de la yerba propia


Uruguay tiene el mayor consumo per cápita de yerba mate a nivel mundial, que es abastecido por establecimientos de Brasil. Parte del territorio uruguayo posee las condiciones para desarrollar los yerbatales que cubrirían la demanda interna. "Aquí seguimos dormidos en este tema", aseguró el especialista Ing. Agronomo Raúl Nin 


El agrónomo recurre constantemente a las humanidades para explicar el alcance de su trabajo. "No hay como la historia -yo soy el hincha número uno de la historia- y lo primero que hay que enseñarle a los gurises es historia, para saber cómo se vivía, hacia dónde vamos y qué precisamos".

Nin se apasiona cuando habla de la yerba mate. Resulta difícil detenerlo. Apela a su memoria, pero también cita y ofrece documentación, detalla infinidad de nombres y fechas bastante remotas.

Todo tiene un orden. Cuatro, cinco siglos atrás, el actual territorio uruguayo contaba con una gran cantidad de espesos bosques nativos, en los que la yerba mate era un elemento común y abundante. "Los indios guaraníes venían desde las provincias de Paraguay y Misiones a buscar yerba a estas tierras. Andrés de Oyarbide, geógrafo, representante de la Corona española para marcar los límites con el Imperio portugués, en 1785 relata cómo llegaban los guaraníes hasta el Cerro del Avestruz, en el departamento de Treinta y Tres, a abastacerse de aquello que los guaraníes llamaban caá y los españoles yerba mate en grandes proporciones, y la llevaban de vuelta para atrás. De ahí radica que los jesuitas, allá, en las provincias del norte, después de prohibirla, enseñaran a los guaraníes a plantar yerba mate, para que los pueblos originarios no vinieran hasta estas latitudes a buscarla. Eso está en los tratados de Oyarbide. Teníamos grandes extensiones de yerba", destaca.

Aquellos yerbatales sufrieron el mismo destino que los montes nativos. "Los pueblos que habitaron Uruguay vivían de la floración nativa, por eso la mayor parte de ellos se ubica cerca de los bosques y los ríos, y eso fue una condición que puso el Imperio español a la hora de instalar los pueblos. Era muy superior la cantidad de bosque nativo a la que dice la academia que había. ¿Dónde están esas hectáreas? Fueron el sustento de los habitantes, de quienes estuvieron en Uruguay. El bosque nativo fue nuestra matriz energética durante 300 años".

La vegetación era frondosa y exportable. A fines del siglo XIX Uruguay vendía lapacho y yerba mate,entre otras maderas. "Nuestro país presentó más de 130 variedades de especies nativas en la Exposición Universal de Viena de 1873. Eso está todo documentado. Lo mismo había ocurrido seis años antes, en 1867, en la muestra internacional que se desarrolló en París", añade.

A mediados del siglo XX la deforestación se hizo más profunda: "Cuando se desató la crisis del petróleo, durante la segunda guerra mundial, en Uruguay todo marchaba a gasógeno. Se recurrió al carbón, había hornos de carbón en todos lados". Por si aquello fuera poco, la construcción de las grandes represas hidroeléctricas provocó que cerca de 200.000 hectáreas de montes "fueran tapadas por el agua".

La expansión de los modos de producción agrícola-ganaderos también perjudicó a la flora autóctona y a la fauna que estaba asociada a ella. "Ahora hay montes secundarios, son todos renuevos. No nos queda nada de la selva subtropical", lamenta. Así planteadas las cosas, "una de las razones por las cuales no se pudo mantener los yerbales fue porque el modelo elegido fue en detrimento de los montes nativos", resume.


Ejemplares autóctonos


Los yerbatales crecieron asociados a otras especies -coronillas, talas, arrayanes, entre otros-, en un ambiente dominado por la humedad, que es "un factor limitante" para su crecimiento. "Es muy importante la humedad, por eso los yerbales crecieron en el sistema de quebradas, por eso la yerba está en lugares que comparten el mismo ecosistema".

Nin ha recorrido el país en busca de diferentes plantas originarias. De ese modo detectó siete departamentos en los que la yerba mate logró su mejor adaptación: Rocha, Lavalleja, Maldonado, Treinta y Tres, Cerro Largo, Tacuarembó y Rivera. Allí todavía se encuentran "árboles espontáneos" de enorme tamaño. "Cuando vi por primera vez los yerbales de Maldonado pensé que habíamos hecho un posgrado de pelotudos -póngalo así-, porque son impresionantes, porque tenemos ejemplares de 20 metros de altura y no les damos bolilla".

En el departamento de Lavalleja Nin encontró el árbol "más austral", cuya información genética ha llamado la atención de investigadores argentinos. "Nosotros tenemos el privilegio de tener los yerbales más australes del mundo, porque estamos en una latitud de 34' 57" al sur, cuando los yerbatales más importantes están en 25' de latitud sur. Los yerbales de Uruguay están expuestos a temperaturas rigurosas, y soportaron, crecieron y se desarrollaron en estas latitudes. Estos datos aparecen en estudios del CONICET [Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas] en Argentina, mientras aquí seguimos dormidos en este tema", insiste.

En Cerro Largo y Tacuarembó Nin encontró una gran dispersión de ejemplares, mientras que en la Quebrada de los Cuervos, en Treinta y Tres, "hay unos cuantos, pero no tantos como en Maldonado". En Rocha, a pesar del "clima inhóspito", signado por el frío invernal y los fuertes vientos, hubo ejemplares que se adaptaron.

En La Paloma,desde los años noventa Nin ha experimentado con semillas encontradas en diferentes departamentos. Su vivero tiene una capacidad de producción de 4.000 plantines de yerba mate por año. Para llegar a ese nivel, el ingeniero realizó un largo camino de ensayos, donde, incluso, contó con la ayuda de pajareras. Es que las aves cumplieron un rol fundamental al esparcir estas plantas. "Para cultivar la yerba tuve que hacer un proceso larguísimo que antes hacía el tucán. Durante los ensayos contraté a un pajarero privado para conocer cuál era el ave que molía la semilla de la yerba mate y la dejaba en condiciones de germinar. El principio es así: toda vegetación tiene una fauna directamente asociada a ella. En el caso de la yerba mate el tucán es el ave específica que tenía en estas latitudes para deshacer, moler la semilla de yerba, que es muy abigarrada y compacta. Ahora yo la deshago con método mecánico, con un mortero, pero antes lo hacía el tucán, que se alimenta del fruto de la yerba mate, entonces con sus excrementos los iba dispersando y cuando estaban dadas las condiciones las plantas crecían".

Nin y un socio suyo proyectan una plantación en un terreno ubicado en la Sierra de las Ánimas, esa empinada cuesta que transita por los departamentos de Maldonado y Lavalleja. Allí piensan cultivar 300 árboles de yerba mate. "Ya hicimos una plantación experimental de 100 plantas que fue muy buena. También hemos experimentado con grupos ambientalistas, como Ambá, en Rocha, con buenos resultados", agrega.

Para lograr la primera cosecha de yerba mate será necesario contar con "una masa vegetal que no provenga de árboles originarios, porque necesitamos proteger toda esa información genética de forma urgente. No vamos a matar a la gallina de los huevos de oro", advierte.

Mientras aguarda la llegada de ese ansiado día, Nin toma mate con una yerba comercial, "la misma que tomo desde que soy un gurí". "El mejor mate es el de la mañana, bien temprano, con un litro de agua. Se toma en ayunas y bien amargo. Después el organismo lo pide de ese modo", asevera. "Acepto algún mate fuera de esa hora si estoy con un desconocido y me lo ofrece, porque eso en campaña es muy sagrado", aclara.


Presencia en el mercado


Los comercios uruguayos vendieron yerba mate extraída de cultivos espontáneos hasta 1920, de acuerdo a las investigaciones realizadas por Nin. Candiota, un comerciante italiano "que no hizo las cosas bien", la cosechaba en un campo ubicado entre los límites de Rocha y Maldonado. En ese monte, en 1916 el botánico Miguel Quinteros "llegó a contar 700 árboles de yerba mate por hectárea". No obstante, la comercialización de este alimento ya estaba en manos de los importadores, al igual que ocurría con el tabaco, otro cultivo muy apetecido por entonces. Los grandes comerciantes uruguayos prefirieron importar de Brasil antes que generar las condiciones para industrializarla en el territorio nacional.

Si se dan por válidos los argumentos de Nin, existirían las condiciones para sembrar y cosechar yerba con éxito en tierras orientales, de modo que podría abastecerse a una población que consume más de 30 millones de kilos anuales. "Que me den un campito y yo se los planto todo y termino con la discusión", dice, desafiante.

No obstante, cuando se piensa en términos de rentabilidad comercial, la chance de suplantar la yerba importada por un producto cosechado en nuestro país aún parece bastante remota. Nin propone un modelo de producción "a pequeña y mediana escala", en un proceso paralelo a la recuperación de los montes nativos. "La idea es trabajar con pequeños y medianos productores para que puedan obtener la yerba de forma manual. Ya hay gente que está haciendo yerba. La cantidad que consumen los uruguayos perfectamente la podríamos producir, pero para lograr eso tenemos que prestarle atención al monte nativo", concluye.


La Diaria

COMO URUGUAY NO HAY

La estadounidense que no vivía más de cinco meses en ningún lado y eligió Garzón

Esta fotógrafa dejaba Uruguay después de cada verano; el invierno en la campaña le hizo recordar a su San Francisco.

KAREN A. HIGGS Miércoles, 14 Octubre 2020 08:07  - EL PAIS

Esta es la última nota de Guru'Guay para el ciclo Como Uruguay no hay y es un diferente a las anteriores. Después de los motociclistas canadienses, la ciclista rusa en San Javier y la sudafricana y su beba nacida en el Hospital Pereira Rossell, esta es la historia de una estadounidense que, en realidad, tiene pasaporte uruguayo. Pero nunca había vivido en ningún lugar por más de cinco meses en toda su vida, hasta que se vio atrapada en una pandemia en Uruguay.

La fotógrafa Heidi Lender, de 54 años, estaba en el parador La Susana en José Ignacio, cenando con un amigo artista, cuando se conoció la noticia de la llegada del coronavirus a Uruguay. Ella acababa de cerrar Campo, su casa de residencia para artistas en Pueblo Garzón después de una temporada que había estado agitada y estaba a punto de retirarse a una cabaña en Chile para descansar.

Su agenda para los próximos seis meses estaba repleta de eventos de recaudación de fondos y festivales en Europa y Estados Unidos. Pero esa cena fue la última vez que salió a cenar y abrazó a otro ser humano en meses.

Heidi es de San Francisco. Su primer contacto con Uruguay fue hace una década cuando viajó a Sudamérica. Al mirar su guía, vio que había un "pequeño país lindo" entre Argentina y Brasil. Después de haber trabajado en la industria de la moda como escritora y estilista fotográfica, recordó que había hecho cobertura en Punta del Este. Le gustó la idea de tomar un ferry desde Buenos Aires de camino a Brasil

Era Año Nuevo y no había reservado hotel. El único lugar con disponibilidad era el hotel Francis Mallman en Pueblo Garzón, que acababa de abrir. Heidi no tenía idea de quién era Mallman, un chef de renombre internacional, pero el lugar "parecía sacado de un set de cine". Durante su estadía de tres noches, Francis invitó a todos los huéspedes a un asado en las sierras. "Fue la cosa más mágica", dijo Heidi.

Ella y su pareja salieron del diminuto pueblo uruguayo rumbo a Brasil pero dos semanas después, en Rio de Janeiro, se miraron y dijeron: "¿Qué estamos haciendo aquí?" Regresaron a Garzón y compraron 33 hectáreas en las afueras del pueblo.

Inspirada por la soledad y la belleza de Garzón, Heidi fundó Campo, un instituto creativo y organización sin fines de lucro en 2018. La misión de Campo es invitar a artistas y pensadores creativos a "nuestro rincón mágico de Uruguay y el planeta, para conectarse con ellos mismos, entre ellos y luego con el mundo en esta quietud", dijo Heidi. Además, cada diciembre, organiza el Campo ArtFest, el que reúne a artistas de Argentina, Brasil, Uruguay y Estados Unidos para programas, charlas, fiestas y una cena benéfica. "Es un gran tejedor de comunidades. Atrae a turistas de todo el mundo, locales y gente de Montevideo a Garzón. El arte une a las personas", señaló Heidi.

Cuando las fronteras se cerraron, sus planes se paralizaron al mismo tiempo. En realidad, nunca había pasado el invierno en Uruguay y era algo a lo que temía: "Todos decían que era una pesadilla, especialmente en medio de la nada". Pero el frío y la humedad le recordaron a San Francisco y le encantó. Pensó que sería un buen momento para fotografiar, pero no fue así. No podía hacer las cosas que había estado haciendo "como una loca" durante los últimos tres años. En lugar de eso, encendió la estufa a leña y comenzó a leer y a escribir, en silencio.

"Me pasó algo realmente asombroso que sé que le pasó a muchas personas que están acostumbradas a moverse constantemente. Cuando te detenés y no podés hacer planes, no podés mirar hacia el futuro. Todo lo que sabés es lo que está pasando en ese instante. Es el momento en el que más he vivido en el presente en mi vida", expresó.

"Soy una persona muy hermética y me encanta estar sola, pero también me gusta la comunidad. De hecho, es por eso que creé Campo. Me gusta estar sola en medio de la nada, pero también estoy creando una comunidad artística y cultural porque necesitamos estar conectados", agregó.

Le pregunté a Heidi cuáles son sus planes cuando se abran las fronteras. Ella respondió: "Hace cuatro o cinco meses hubiera dicho: Me subiré a un avión de inmediato. Pero realmente me encanta estar aquí. Nuestro próximo paso para Campo es construir nuestro campus, así que mi misión es recaudar fondos".

El proyecto está siendo diseñado por Rafael Viñoly, quien es miembro de la junta de Campo.

Como no puede viajar para hacerlo, Heidi recurrió al crowdfunding. "La idea es abrirse al mundo para que Campo se convierta en un festival global. Veintisiete artistas uruguayos realizarán trabajos in situ que podrán ser filmados y expuestos online. La gente también pasará a verlos", explicó Heidi. Otros 27 artistas internacionales realizarán trabajos para la web.

"Es un momento para hablar, especialmente en las artes, por lo que hemos elegido el tema Rompiendo fronteras", dijo Heidi. Y argumentó: "Tenemos fronteras que romper y barreras que debemos cuestionar sobre el clima, la raza y la religión. Es una oportunidad para destacar a Uruguay y mostrarle al mundo lo increíble que es nuestra comunidad cultural".

Además, Heidi está aprovechando su tiempo para conocer gente y viajar a Montevideo para construir un puente entre la cultura de la capital y Campo.

De todas las personas que entrevisté para esta serie sobre viajeros atrapados en Uruguay por la pandemia, Heidi era la única persona que yo ya conocía de antes. Sabíamos una de la otra a través de una amiga en común. Heidi asistía a un taller de escritura en Francia y, al presentarse como estadounidense que vive en Uruguay, esta amiga le dijo que tenía que conocerme. "Tiene un sitio web con todo lo que necesitas saber de Uruguay", le informó.

Le pregunté a Heidi cómo se sentía acerca de cómo Uruguay ha lidiado con la pandemia. Así respondió: "Me siento realmente segura y muy agradecida de dónde estoy. Tengo una inmensa fe en la gente y en la cultura uruguaya. Que a nosotros -y puedo decirlo ahora porque tengo pasaporte uruguayo- nos gusta ser el número uno. Se nos dice que estamos manejando tan bien la pandemia y queremos seguir así". Le pedí a Heidi que ampliara más esta percepción, dado que los uruguayos tienden a caracterizarse como de "perfil bajo". Pero ella habló del "orgullo" de ser el primer país en concederle el voto a las mujeres y los primeros en legalizar el matrimonio igualitario y el consumo de la marihuana. "Creo que a pesar de ser un país pequeño, tenemos mucha influencia a nivel internacional en torno a temas progresistas", afirmó.

Ahora, Heidi no tiene prisa por dejar Uruguay en el corto plazo.
Y así lo explicó: "He vivido en muchos lugares y hay una belleza y simplicidad en el estilo de vida aquí que nunca antes había experimentado. Entonces para mí esto es el paraíso. No hay día en que no gire en la carretera hacia Garzón y piense, Dios mío, soy la persona más afortunada del mundo".


 Karen A. Higgs es autora y referente internacional sobre Uruguay a través de la plataforma Guru'Guay. Ofrece guía gratuita en guruguay.com/elpais. 

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